
¿Adicción: víctima o verdugo?
¿Quién es el verdadero protagonista en la historia de la adicción: la víctima que sufre o el verdugo que hiere a su entorno? Esta pregunta, tan provocadora como necesaria, nos invita a mirar de frente una realidad compleja que afecta a millones de personas, familias y equipos de trabajo.
La adicción: mucho más que una cuestión de voluntad
Lejos de ser simplemente una “falta de carácter”, la adicción es un proceso neurobiológico complejo. Las sustancias o conductas adictivas alteran los circuitos cerebrales del placer y la recompensa, especialmente a través de la dopamina. Con el tiempo, el cerebro del adicto necesita más para lograr el mismo efecto, y su capacidad de autocontrol se ve seriamente comprometida. Esto explica por qué, incluso con las mejores intenciones, la persona adicta puede verse atrapada en un ciclo difícil de romper.
El entorno: entre el dolor y la esperanza
La adicción nunca afecta solo al individuo. El aislamiento social, la ansiedad, la depresión y el desgaste emocional son moneda corriente en las familias y equipos donde hay una persona adicta. Los seres queridos pueden sentirse impotentes, culpables o incluso responsables de la situación. A menudo, la dinámica familiar se ve alterada, y los conflictos y la desconfianza emergen con fuerza.
¿Víctima o verdugo? Una dinámica más profunda
Desde una perspectiva clínica y psicoanalítica, la relación víctima-verdugo no es tan simple como etiquetar a una persona en uno u otro rol. Muchas veces, ambos papeles coexisten y se alternan, tanto en el adicto como en su entorno. El sufrimiento puede convertirse en una forma de poder o manipulación, y el resentimiento puede alimentar un ciclo de autodestrucción y culpa.
“Ser víctima procura un enorme poder: que vean mis heridas, mis moretones, que vean cómo me maltratan… Ser víctima tuya y ser tu verdugo se han erigido en pilar central de mi vida. Es una adicción a la que no deseo renunciar…”
El liderazgo y la recuperación: una invitación al cambio
En el ámbito laboral, la adicción también representa un desafío para los líderes. Crear entornos de apoyo, fomentar la comunicación abierta y ofrecer recursos adecuados puede marcar la diferencia en la vida de quienes luchan contra una adicción. El liderazgo empático y la intervención oportuna pueden transformar una dinámica destructiva en una oportunidad de crecimiento y sanación para todos los involucrados.
Un regalo para ti y tu entorno
Si has llegado hasta aquí, te invito a regalarte un momento de reflexión y compasión. La adicción no define a la persona ni a su entorno. Todos podemos ser víctimas y verdugos en algún momento, pero también podemos elegir ser agentes de cambio y apoyo.
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