En los últimos años, asistimos a una revolución silenciosa en el mundo de las adicciones: el surgimiento de nuevas sustancias psicoactivas (NPS) y drogas de diseño. Fabricadas en laboratorios clandestinos o presentación de engañosamente como “suplementos”, buscan emular —o incluso superar— a los narcóticos tradicionales. Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), estos compuestos entran constantemente al mercado y pueden causar efectos impredecibles y altamente peligrosos. Solo en Europa, para finales de 2023, las autoridades identificaron cerca de 950 NPS diferentes, 26 de ellas detectadas por primera vez ese mismo año. Esta avalancha incluye cannabinoides sintéticos, catinonas (“sales de baño”), nuevos opioides, alucinógenos y estimulantes, desafiando todos los controles previos.